Cuando alguien tiene un impulso por mentir que no se puede frenar es un
síntoma de que algo no anda bien en su desarrollo síquico. La mitomanía no es
una enfermedad en sí misma, sino que corresponde a un conjunto de síntomas que
pueden presentarse en diversas enfermedades síquicas, particularmente en
trastornos de personalidad, explica la terapeuta familiar Ana Simó, del Centro
Vida y Familia.
Y es que los mitómanos mienten para construir una mejor imagen de sí mismos frente a la sociedad, sus amigos o para conseguir
lo que desean sin importar cuál sea el objetivo.
La palabra mitomanía la comenzó a utilizar el profesor francés Ernest Dupré, alrededor del 1900, viene del griego “mythos” (mentira) y “manía” (compulsión); es un trastorno psicológico que consiste en mentir de forma patológica, falseando la realidad.
“El mitómano recurre a esta conducta continuamente sin pensar en las
consecuencias, con tal de maquillar la realidad que considera inaceptable. Sabe
que miente, pero por repetición, eventualmente termina creyendo sus propias
mentiras y es entonces cuando la línea entre la realidad y la fantasía se torna
borrosa.
Cómo reconocer a un mitómano. Tienen una serie de características que los
distinguen, como por ejemplo, que es una persona convincente, manipuladora y su
discurso suele ser verosímil, tiene talento histriónico y sabe actuar, no
acepta fácilmente su problema, algunos tartamudean, cambian de tema
constantemente y dicen diferentes versiones del mismo tema en diferentes
ocasiones y a diferentes personas, explica Simó.
Además, en su discurso se mezclan indistintamente retazos de verdad con
fantasías, aunque son más o menos creíbles: suelen mentir sobre su vida, su
trabajo, su salud, historial médico, edad, la profesión de los padres y un
sinnúmero de cosas que en realidad no deberían ser maquilladas para ser
contadas.
Sin embargo, lo que muchas personas deberían saber es que la mitomanía no es
inofensiva: tiene muchos efectos en el plano social: se pierde credibilidad y
prestigio social.
“El mitómano es la persona a quien todos catalogan como ‘el cuenta cuentos’.
A nivel familiar es visto como poco fiable y termina por perder familiares y
amigos”, dice la terapeuta Ana Simó.
Mitómano o simple mentiroso
Lo que diferencia al mitómano de una persona mentirosa es que el mentiroso
inventa mentiras para defenderse o protegerse, es decir, con una finalidad,
pero en el mitómano prevalece el carácter compulsivo de la mentira y sin una
fuente de motivación, afirma Simó. “Es como una tendencia morbosa de desfigurar
la realidad; imagina y siente cosas que no suceden realmente” asegura.
Los mitómanos también se diferencian de los psicóticos porque si bien se
dejan llevar por sus fantasías, mantienen un juicio de la realidad suficiente
como para darse cuenta de que están mintiendo.
Y aunque la mitomanía es más frecuente en hombres, también se da en mujeres.
Es casi imposible que quien padece de mitomanía busque ayuda; generalmente
es llevado a consulta por otras personas o acude a terapia por otras
razones, pero mientras no se someta a una terapia, la mentira dominará su vida.
Si acude a un especialista puede superar este problema y vivir en la realidad.
Niños mentirosos
Las mentiras o las alteraciones de la realidad no tienen la misma
connotación en niños que en adultos. En la infancia la mentira no tiene juicio
ético debido a la inmadurez del desarrollo cognitivo y emocional, ya que el
razonamiento de los niños no está totalmente definido, sino hasta más o menos
los diez años. Pero si las mentiras son muy frecuentes hay que preocuparse,
pero es indudable que todas las mentiras de los niños hay que corregirlas y no
estimularlas. Los niños viven una fantasía que no puede catalogarse como
mentira y mucho menos mitomanía. Cuando un niño plantea que tiene un amigo
imaginario, él cree que existe y por lo tanto no está mintiendo. En este caso
hay una imaginación exacerbada que no es mitomanía, ya que se presenta en el
contexto de la evolución cognitiva de la persona. El concepto mitomanía sólo se
reserva a la mentira compulsiva. Es importante poder confrontar al niño para
hacerle ver que la mentira no es buena.
La Dra. Ana Simó señala que aún no
hay una única razón que la origine, pero sí se puede hablar de posibles causas:
1. Personas que sufren de un trastorno de personalidad hipertímica, es decir
personas con un ánimo muy elevado, alegres, superficiales, frívolas, que
carecen de perseverancia y responsabilidad.
2. La insatisfacción o necesidad imperiosa de aprobación, admiración y
afecto.
3. Las conductas ambivalentes: familias que simulan una posición social que
no tienen, matrimonios que fingen un vínculo inexistente o padres que sostienen
en secreto una doble familia pueden estimular a la mitomanía en sus hijos.
4. La baja autoestima: los mitómanos son personas que no se aceptan como
son.
5. También puede interferir la genética, en el sentido de que se puede
heredar.
Fuente: http://terapias.typepad.com/terapiasmanuales/2009/04/la-mitoman%C3%ADa-un-impulso-por-mentir.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario