Aunque
puede tener relación con algún trastorno mental, la mayoría de las veces es una
forma de expresar en voz alta lo que pensamos
Quién no ha hablado alguna vez a solas en
el metro, en el autobús o mientras daba un paseo. Este hábito inconsciente es
tan frecuente que los psiquiatras aseguran que todas las personas lo hacemos en
determinados contextos -para recordar un número de teléfono o enumerar las
tareas que debemos realizar en el día- y descartan la necesidad de acudir al
especialista por esta conducta si no hay otros síntomas de trastorno mental.
Comportamientos extraños, incoherentes o mecimiento del cuerpo, son algunas de
las pistas para pensar que el soliloquio puede tener relación con otra
patología. No obstante, lo habitual es que hablemos solos como una forma de
pensar en voz alta, sin esperar respuesta, o como mecanismo de defensa para
hacer frente a la soledad. En los niños, es muy frecuente que creen amigos
imaginarios cuando no tienen cerca compañeros de juego.
¿Por qué hablamos solos?
"La gente habla sola porque tiene
capacidad de lenguaje". Así resume Julio Bobes, catedrático de psiquiatría
de la universidad de Oviedo, la tendencia de las personas a hablar solos.
Asegura que no debemos preocuparnos por contarnos cosas a nosotros mismos,
"salvo porque socialmente no está bien visto". A su juicio, hablar es
tan humano, que todo el mundo puede experimentar en algún momento de su vida
contestar a discursos que tiene dentro de su aparato psíquico, e insiste en que
sólo los prejuicios sociales y una "supuesta anomalía" en esta
conducta hacen que una de las funciones propias del ser humano no esté
completamente aceptada. "Cuando alguien habla a solas no siempre es porque
tiene problemas o trastornos mentales, sino que todo el mundo en algún momento
responde en voz alta a estímulos internos", señala.
Según este especialista, se considera
completamente normal que las personas tengan soliloquios, ya que muchas veces
se trata de contestaciones a discursos que creamos en nuestro interior.
"De repente, alguien habla, manifiesta una frase que, si no se conoce el
contexto o al individuo, no se entiende, pero que no deja de ser un pensamiento
en voz alta", explica.
De niños o adultos todos hablamos alguna
vez a solas: podemos narrar una receta mientras la cocinamos, mostrar nuestro
enfado o frustración cuando algo nos sale mal, recordar una cita que tenemos
ese día o repetir varias veces un número de teléfono que queremos recordar.
"Este tipo de conductas se da muchas veces cuando la persona se queda sola
y necesita comunicar, expresar, lo que le pasa por la cabeza en ese momento
-apunta Bobes-. Pero el soliloquio no es una expresión de soledad, sino
una conducta que se produce bajo determinados estímulos sociales".
Por el contrario, puede darse el caso de que
los soliloquios estén relacionados con alguna alteración en las áreas del
cerebro encargadas del lenguaje (durante el curso de varias enfermedades) o que
respondan a algún trastorno mental como la esquizofrenia, la psicosis o el
trastorno bipolar. "En la esquizofrenia, personas que están en fase activa
de la enfermedad pueden tener alucinaciones auditivas, oír voces que los demás
no pueden oír, y contestar a las mismas, por lo que quienes les rodean observan
que están hablando solos", explica Pedro Moreno, director médico del
Instituto Balear de Psiquiatría y Psicología. "En el caso de enfermos
esquizofrénicos, es una respuesta a ideas y pensamientos delirantes",
añade Bobes.
Entonces, ¿cuándo debemos
consultar al médico sobre esta conducta? "Cuando esto se
transforma en una conducta iterativa, es decir, que ocurre con
mucha frecuencia. Cuando no se encuentra explicación o argumentos de tipo
lógico para explicar estas circunstancias. Cuando el soliloquio está fuera de
contexto y, sobre todo, si la conducta es claramente extraña e
incoherente", responde Moreno, quien precisa que a consecuencia de algunas
enfermedades como la esquizofrenia el paciente debe someterse a un tratamiento
con fármacos antipsicóticos, "que son muy eficaces y en un alto porcentaje
hacen desaparecer las alucinaciones en pocos días".
Soliloquio infantil
Una vez que el niño comienza a hablar,
repite todo lo que oye. Le gusta aprender nuevas palabras y es habitual que
balbucee. Por ello, esta conducta no debe extrañar tampoco a medida que el niño
crece. Investigadores del Laboratorio de Neurolingüística del Massachussets
General Hospital aseguran que entre un 20% y un 60% de los comentarios que los
menores de 10 años hacen en voz alta no van dirigidos a nadie. En este sentido,
según la psicóloga infantil y profesora de esta disciplina en la Universidad
Nacional de Educación a Distancia (UNED) Victoria del Barrio, "cuando los
niños hablan a solas, sólo están pensando en voz alta".
"La gente se alarma mucho porque los
soliloquios son uno de los síntomas de psicosis u otros trastornos mentales, de
ahí que cuando ven a un niño hablar solo piensan que hay ideaciones imaginarias
o alucinaciones y se asustan mucho, pero en los niños todas las conductas
humanas tienen una fase que es perfectamente normal", explica la
psicóloga. "A partir de los dos años -continúa-, cuando el niño empieza su
introducción en el lenguaje, habla elementalmente, pero expresa sus deseos, sus
emociones y, en línea general, sus necesidades". Es entonces cuando el
pequeño encuentra en ese lenguaje elemental una gran satisfacción al poder
comunicar a un nivel superior todo aquello que ha comunicado antes
gestualmente. Y, aunque creamos que habla solo, lo que hace es jugar con el
lenguaje y describir las acciones que realiza. "Es una forma de jugar que
ni siquiera es comunicativa, sino descriptiva", describe Victoria del
Barrio.
El pensamiento en voz alta no es más que
una estrategia de fijación. Todos los niños describen siempre lo que hacen.
El
pensamiento en voz alta no es más que una estrategia de fijación
Por ejemplo, cuando juegan narran
constantemente lo que hacen, la acción que realizan, y pueden continuar así
hasta que dan el salto intelectual, sobre los cinco años, y comienzan a razonar
sin necesidad de hablar en voz alta.
Otra situación que puede darse entre los
infantes es que cuando hablen se dirijan a un interlocutor, pese a que estén
solos. En este caso, los menores recurren al lenguaje como un mecanismo
para afrontar su soledad. Inventan los compañeros de juego (amigos
imaginarios) que no tienen e idean personajes a los que casi siempre ganan en
cualquier competición o, incluso, formulan obligaciones. Esa manera de jugar es
más sorprendente para quien contempla la escena, porque el niño no tiene un
compañero al lado y se sabe con precisión que está hablando solo. Para Del
Barrio, esto puede alarmar aún más porque tiene más parecido con perturbaciones
mentales graves, pero en el 99% de los casos es una solución imaginativa a la
soledad y no hay que darle más solución que la compañía. "Es algo pasajero
y tiene una solución inmediata: relacionarse con otros niños. Cuando uno es
dueño absolutamente del juego manda a los demás, aunque los amigos sean
imaginarios, porque mandar le gusta a todo el mundo. Pero eso no tiene más
problema que el hecho de que es un niño muy imaginativo, que está solo y que
necesita socializarse con otros niños", asevera la psicóloga, quien
advierte, no obstante, de la importancia de acudir al especialista si esos
comentarios privados van acompañados de movimientos de mecimiento, agresividad
u otro tipo de conductas "extrañas". "Entonces, es necesario
acudir al especialista y que éste haga un diagnóstico", aconseja.
Hablar a solas y síndrome de down
Los soliloquios también son una
característica común de las personas con síndrome de down. A través de
conversaciones consigo mismos, se ven capacitados para afrontar determinadas
situaciones o resolver sus problemas. "Es habitual que cuando se les
plantea un dilema, disciernan sobre él en voz alta hasta encontrar una
solución, o que recurran a las palabras como un medio para entretenerse cuando
están solos", según destaca un portavoz de la Fundación Síndrome de Down
de Cantabria.
Hablar a solas no sólo es un
comportamiento normal, sino que resulta muy útil para las personas con síndrome
de down. "Ayuda a coordinar sus acciones y sus pensamientos, y parece ser
un instrumento muy importante para aprender nuevas habilidades y para alcanzar
niveles superiores en su pensamiento", detallan los doctores D. McGuire,
B. Chicoine y E. Greenbaum, en su artículo 'El hablar a solas de los adultos
con síndrome de down'. Estos autores afirman que el uso del soliloquio se
interioriza progresivamente con la edad, aunque no desaparece nunca, y destacan
cómo los mayores hablan a solas cada vez que se enfrentan con tareas nuevas y
dificultades.
En cuanto a las características de estas
'conversaciones', aseguran que suelen producirse en un tono perfectamente
audible, "al tener dificultad para discernir entre lo que se supone que es
privado y lo que se considera socialmente correcto", aunque quien realiza
los comentarios espera no ser escuchado por nadie y cierra las puertas y
ventanas siempre que sea posible.
Hablar
solo puede ser una de las pocas herramientas de que disponen para asegurar el
control sobre sus vidas
"Que los adultos con síndrome de
down utilicen el soliloquio para afrontar situaciones, para ventilar sus
problemas y para entretenerse, no debe ser considerado como un problema de
salud mental. Más bien, puede ser una de las pocas herramientas de que disponen
para asegurar el control sobre sus vidas y para mejorar su sentimiento de
bienestar", determinan los expertos.
Sí hay que empezar a preocuparse por esas
charlas a solas cuando el contenido de las mismas, su frecuencia, el tono y el
contexto en que se realizan resulta extraño por alguna circunstancia o varía
con respecto al comportamiento habitual, especialmente, cuando se trata de
soliloquios en los que predominan los comentarios negativos hacia sí mismos, si
se producen cada vez con más asiduidad o siempre que el tono se transforma en
amenazador.
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