Transcripción de la entrevista
Entrevista de Eduard Punset a
Dean Hamer, genetista de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Madrid, 19 de octubre del 2011.
“Todo lo que hace
el cerebro está influido por los genes que lo codifican”.
Dean Hamer
Eduard Punset:
Sabes Dean, mi mayor hallazgo, mi
mayor descubrimiento, fue mi perra.
Dean Hamer:
Sí.
Eduard Punset:
Me enseñó mucho: me di cuenta de
que, siempre que le preparaba el bol de comida, de pienso, saltaba como loca de un
lado a otro, era totalmente feliz, mientras que, una vez que le dejaba el bol
debajo de la mesa, a veces comía
Eduard Punset:
En Columbia. Les dije: «deberíais
estudiar este fenómeno en ratas y primates para ver si lo que sucede con mi perra es
realmente la norma general y resulta que la felicidad está en la sala de espera de la felicidad».
¡Y así fue!¡Así es!
Dean Hamer:
En mi laboratorio también
estudiamos la felicidad, pero desde una óptica totalmente distinta.
Analizamos los genes que regulan
la personalidad. Uno de ellos se llama «gen del receptor D4 de la dopamina» y
controla la dopamina que se libera en el núcleo accumbens del cerebro. Se
descubrió de una forma muy interesante: un científico como yo estaba realizando
experimentos con ratas que llevaban electrodos implantados en el cerebro.
Cuando las ratas se acercaban al borde de la jaula, recibían una descarga.
Todas las ratas salían corriendo, habían aprendido a salir corriendo hacia el
centro de la jaula. Salvo una. Esa rata seguía dirigiéndose, una y otra vez, al
borde de la jaula. ¿Qué estaba pasando? Descubrieron que el electrodo de la
rata estaba localizado en el núcleo accumbens. El núcleo accumbens libera
dopamina y, si recibe una descarga, es la experiencia más placentera del mundo.
Resulta que, si se les administra a las ratas una descarga en el núcleo
accumbens, preferirán recibir la descarga a beber, a aparearse o a comer… lo
preferirán a cualquier cosa.
Eduard Punset:
¡Es fantástico!
Dean Hamer:
Descubrimos en el laboratorio que
este gen D4 que libera dopamina está relacionado con el nivel de felicidad de las
personas a lo largo de su vida. Es casi como un termostato que determina, de
media, lo feliz que es alguien. Eso sí, para un momento concreto, ¿qué decide
lo felices que somos? Pues si el bol de comida está ahí abajo o si nos lo
acabamos de comer, sí.
Eduard Punset:
Pero es muy interesante, porque
realmente lo que sugieres es que hay una manera (y la estáis practicando) de
utilizar los genes para influir en la manera de ser, en el estado anímico, ¿no?
Y al parecer habéis llevado a
cabo algunos estudios no tanto sobre la felicidad sino sobre la
ansiedad, utilizando lo mismo que
se utiliza en el Prozac… Utilizáis, pues, los genes para
influir en la conducta.
Dean Hamer:
Bueno, utilizamos genes para
estudiar la conducta. Te acabo de contar la historia del gen que influye en la
felicidad, pero hemos descubierto otro que tiene que ver con la ansiedad, la
depresión y todos los sentimientos negativos. En efecto, afecta en el cerebro
al mismo gen sobre el que incide el Prozac (el famoso antidepresivo). Funciona
más o menos de la misma manera. Podríamos decir que algunas personas (la mitad
de las personas del mundo) nacen con su dosis de Prozac: son esas personas más
«jiji-jaja», más felices. En cambio, la otra mitad de la población no tiene
Prozac de nacimiento ni es tan feliz, por así decirlo. Me han preguntado por
qué la mitad de la población nace poco feliz. Y es muy interesante, porque
resulta que el Prozac genético tiene los mismos efectos secundarios que el
Prozac, ¡interfiere con la libido y con el sexo!Los que son felices y tienen
esa especie de Prozac, ¡no quieren practicar el sexo tan a menudo!En cambio,
los que tienen un nivel más reducido de Prozac tienen relaciones sexuales con
mucha más frecuencia, lo cual demuestra que no hay mal que por bien no venga y
explica por qué tenemos personalidades tan variables, porque algo que puede ser
bueno en una situación, puede ser malo en otra.
Eduard Punset:
Una de las cosas que estudiaste
(por lo menos hace algunos años) fue la influencia de la genética en la vida
sexual, en el comportamiento sexual. ¿Hemos aprendido algo? Se nos había dicho
que tal vez hubiera un componente genético o una influencia genética en la
conducta de las lesbianas o los gays. Pero no lo sabemos a ciencia cierta.
¿Hemos avanzado algo en este punto?
Dean Hamer:
Hemos avanzado en la investigación, sí. Por supuesto, hay
muchos aspectos distintos que tienen importancia en la vida sexual: la
frecuencia con la que se practica el sexo, lo que te gusta o no te gusta el
sexo, con quién quieres tener relaciones sexuales… pero, sin duda, uno de los
más importantes es si te gusta practicar sexo con personas de tu mismo sexo o
del sexo opuesto. Ahora hay indicios muy sólidos que indican que los genes
desempeñan un papel importante en la orientación sexual. De hecho, en los
últimos cinco años, se han llevado a cabo tres estudios muy exhaustivos: uno en
Suecia, otro en Australia, y otro en Virginia, en los que se estudiaron todos
los gemelos de la zona, todas y cada una de las parejas de gemelos, y se
analizó, cuando uno era homosexual, si el otro también lo era. Como los gemelos
están relacionados genéticamente, es un buen punto de partida. Pues bien,
resulta que los genes determinan el 50% de la orientación sexual. Es el factor
más importante que conocemos, aunque también hay otros factores, pero ese es
muy importante y también determina si alguien es gay, lesbiana, bisexual o
transgénero.
Eduard Punset:
¿Cuáles serían los otros
factores? ¿Quizá la cultura o…?
Dean Hamer:
¿Sabes? Siempre pensamos que la
cultura es si fuiste a una escuela católica o a una escuela protestante, si tu
madre te trató bien o tu padre fue bueno contigo… ¡y no hay demasiadas pruebas
de que eso sea un factor importante!Creo que la mayoría de los demás factores
también son biológicos: algo que sucede en el cerebro, ya sea antes del
nacimiento o en una fase muy temprana, durante los primeros dos años de vida.
Lo fundamental aquí es que no sabemos qué hace que alguien sea heterosexual.
Todos dicen: «oh, simplemente es natural que a los hombres les gusten las
mujeres y a las mujeres, los hombres», pero no acabamos de entender cómo
ocurre, y probablemente sea el mismo tipo de proceso, con ligeras variaciones,
en las personas homosexuales.
Eduard Punset:
Dean, es fantástico lo que pasa
en el cerebro. Hace apenas unos años, no sabíamos nada de eso. Y de repente,
bueno, digo de repente pero me refiero a que ha habido un proceso que ha sido
bastante abrupto… estamos aprendiendo la importancia de la codificación
genética y cerebral en la conducta personal.
Dean Hamer:
¡Ha sido un avance muy rápido!Y
creo que seguimos sin entender el problema fundamental del cerebro, ¡que es
cómo creamos los pensamientos y las emociones! Seguimos sin entenderlo, todavía
es un misterio. Pero lo que sí que entendemos es que todo lo que controla el
cerebro se ve influido por los genes que codifican el cerebro, y que controlan
las sustancias químicas que se liberan en el cerebro. Esto ha sido importante
para los biólogos, por supuesto.
¡Creo que también es importante
para la sociedad! Porque a menudo se atribuyen cierto tipo de conductas a
enfermedades sociales, o al entorno, o a una creencia religiosa… y hay que
entender que no es así, que forma parte de la naturaleza humana, forma parte de
lo que nos hace personas… ¡es muy importante!
Eduard Punset:
Lo que lo vuelve difícil de
entender tal vez es la sutileza de los genes a la hora de influir sobre la
naturaleza psicobiológica de alguien de una forma distinta al resto…
Dean Hamer:
Sí, sí. No es fácil de entender,
porque no siempre es como con el gen que determina el color marrón de ojos, que
hará que tengas los ojos marrones, ¡sin más, así de simple!Con los genes que
codifican la conducta, todo es mucho más indirecto. Estos genes actúan
liberando sustancias químicas en el cerebro. Y el mismo gen que hace que
alguien padezca una adicción a la cocaína (porque necesita dopamina) puede
convertir a otra persona en un gran inversor o en un gran político, porque le
gusta la novedad. El mismo gen, la misma sustancia química, provoca cosas
distintas. Es sutil, efectivamente.
Eduard Punset:
¿Sabes? Una de las cosas que he
descubierto recientemente… hace muchos años (unos diez) que se sabe que hay una
especie de mutación en el embrión, una descarga de testosterona, que al parecer
hace que el dedo anular sea más largo en los hombres que este dedo de aquí, el
índice. ¿Sabes? ¡Y con las mujeres es al revés!Pues ahora resulta que algunos
científicos amigos míos han llevado a cabo experimentos y me han contado que
los que tienen este dedo más largo (ya sabes, como prueba de la descarga de
testosterona) pues son más excéntricos, más intrépidos y ganan más dinero, diez
veces más que el resto. Son operadores bursátiles magníficos.
Dean Hamer:
¡Ahora mismo todos los
telespectadores están intentando estirar el dedo a ver si logran ganar más
dinero!
Eduard Punset:
¿Es cierto o falso?
Dean Hamer:
Creo que es muy posible que sea
cierto, porque se trata, básicamente, de un marcador de sucesos hormonales que
suceden en una fase muy temprana, y no hay duda de que muchas de las cosas que
ocurren cuando todavía estamos en el útero son tan importantes como las de
después. Pero, de nuevo, lo importante es que la gente entienda que se trata de
diferencias biológicas que no vuelven a alguien mejor o peor, sino que
simplemente hacen que una persona sea un poco distinta a otra.
Eduard Punset:
Exacto.
Dean Hamer:
¿Sabes? En Estados Unidos el tema
de la orientación sexual es muy importante, porque allí sigue habiendo un gran
debate sobre si la homosexualidad es aceptable o no. Por eso el matrimonio
entre homosexuales está permitido solamente en algunos estados y no en otros, la
Iglesia presiona mucho y hay mucho debate político. ¡Es verdaderamente crucial
que la gente entienda lo que nos dice la ciencia, porque afecta a la forma en la
que las personas se plantean los derechos humanos básicos!No debería ser así,
pero así es, y se trata de un caso en el que el conocimiento científico
realmente incide no solamente en los científicos o los homosexuales, sino en
toda la sociedad que los rodea.
Eduard Punset:
¿Cuál es el futuro? Recuerdo una
de tus películas… bueno, era más bien un vídeo breve, en realidad, sobre dos
chicas lesbianas que estaban diseñando al niño que querían tener: el color de
ojos, la altura, todo. ¡Era maravilloso!¿Pero dónde estamos? O sea, ¿vamos en
esa dirección?
Dean Hamer:
El vídeo pertenecía al género de
ficción, porque evidentemente era pura ficción. Creo que tal vez en el futuro
se puedan diseñar ciertos aspectos de la conducta humana y ciertos aspectos de
la apariencia física, pero no creo que sea eso lo que realmente cambie al ser
humano en el futuro: me parece que será limitado y creo que cambiar los genes
tendrá menos repercusiones de las que podríamos esperar. Además, creo que
constataremos que los efectos de la cultura son enormes, y que son esos los
efectos que, como seres humanos, podemos controlar. Por ejemplo, que la gente
acepte o no acepte a los gays y las lesbianas tendrá una repercusión inmensa
sobre millones y millones de personas de todo el mundo, que ya no crecerán en entornos
que los torturen ni sufrirán humillaciones en las escuelas, u otros entornos.
Este tipo de cambios prevalecerá sobre los cambios menores que podamos realizar
genéticamente.
Dicho esto, creo que la
ingeniería genética sí que tendrá un papel fundamental en los casos en los que
haya realmente una enfermedad clara: por ejemplo, en las personas con
esquizofrenia, trastorno bipolar o psicosis grave, cuando cerebro no funciona
bien. En esos casos cuyo origen es también muy biológico, creo que la
ingeniería genética puede desempeñar un papel importantísimo.
Eduard Punset:
¿Sabes? Pensando en el futuro,
mientras hablabas, se me ha ocurrido que probablemente uno de los retos será
utilizar menos fármacos y recurrir a otro tipo de intervenciones, más anímicas
o más… no sé, hacer un seguimiento de los genes y de cómo repercuten sobre el carácter,
y también analizar las consecuencias de la soledad… ahora mismo no hacemos nada
al respecto, nos limitamos a administrar fármacos. Quizá algún día podamos
saber algo sobre los genes que provocan que algunos hombres o mujeres sean solitarios,
que estén solos todo el rato…
Dean Hamer:
¡Claramente la interacción con
otras personas es para lo que hemos evolucionado!El cerebro ha evolucionado
para tener relaciones sexuales y para interactuar con otros seres humanos.
Probablemente se trate de los
principales motores que nos impulsan. ¡Y es obvio que intentar arreglarlo todo
con fármacos no es la solución!Hay que construir sociedades y situaciones en las
que las personas se sientan cómodas unas con otras; eso es lo importante, en mi
opinión.
Eduard Punset:
Se habla, algunos científicos
hablan, del éxodo de la realidad. Dicen que la realidad es aburrida. Y hay
personas que intentan escapar, que buscan nuevas maneras de estar en contacto
con los demás más allá de las necesidades fisiológicas básicas. ¿Qué opinas de eso?
¿Crees que siempre seremos así?
Dean Hamer:
¡No he oído hablar sobre
eso!Sinceramente, no demasiado. Eso sí, a la hora de plantearse la ciencia en
la sociedad, lo que realmente hace falta es una manera de convertir la ciencia
en una historia que la gente pueda entender. ¡La gente no quiere oír hablar
tanto sobre hechos y cifras!Quiere escuchar una historia. Como la historia que
me contabas al principio sobre tu perra, que era más feliz cuando esperaba la
comida. ¡He aquí una buena historia!
Del mismo modo, la historia sobre
la orientación sexual y sobre cómo algunos nacen de una manera y otros de otra
es una buena historia y es importante contarla. Y lo mismo con el VIH, un virus
que apareció de la nada pero que ahora podemos controlar gracias a la ciencia… también
es una buena historia. Son las historias que creo que los científicos deben
contar. En mi caso, dentro de un año o así, voy a dejar el trabajo en el laboratorio
y a llevar mi cámara a jornada completa para filmar este tipo de temas, porque
me parece una manera verdaderamente apasionante de concienciar al público y difundir
los conocimientos.
Eduard Punset:
Encontrarás personas tristes,
encontrarás personas que estén enfadadas, ¿sabes? Que siempre pongan mala cara. Y encontrarás a
otras personas que, de un modo u otro, logren conciliar el entretenimiento y el
conocimiento. ¿Les dirás a los que son más desagradables que no tienen futuro?
Dean Hamer:
No, ¡jamás le diría a nadie algo así!Creo que todo el mundo tiene un
futuro por delante. Todos nosotros
tenemos la misma configuración genética básica, y luego hay pequeñas variaciones
menores, que pueden hacer que algunos sean, en promedio, más felices. También hay
otras variaciones menores que pueden hacer que alguien sea bisexual en lugar de
heterosexual… pero todos nosotros tenemos la capacidad de vivir vidas plenas y enriquecedoras.
Mis películas ensalzan estas historias y las de las personas que triunfan y las
de la esperanza que se impone… por lo menos eso espero.
Fuente: http://www.redesparalaciencia.com/6542/redes/redes-115-los-genes-que-regulan-la-personalidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario