CHAKRAS


Según el hinduismo, los chakras son centros de energía inmensurable (no medible de ninguna manera) situados en el cuerpo humano.[cita requerida] Según las doctrinas hinduistas los chakras son seis, pero según la teosofía y el gnosticismo son siete[cita requerida].

La palabra sánscrita chakrá significa ‘círculo’ o ‘disco’.


Orígenes y desarrollo

En dos antiguos Upanishad hinduistas ―el Yoga-kundalini-upanishad (siglo II d. C.) y el Yoga-tattua-upanishad (siglo XV d. C.)― se menciona fugazmente a los chakrás.

También en la creencia vashraiana del budismo tibetano (aproximadamente de la misma época) también se los menciona.

Con otros nombres, hay otros centros de energía corporal en otras tradiciones, incluyendo la medicina china, la cábala judía y el sufismo islámico.



Los chakras en la teosofía

A fines del siglo XIX, la teosofía ―en su acercamiento al hinduismo― mostró un creciente interés por los chakrás. Hay una extensa literatura acerca de estos temas, sin ningún fundamento científico.

En la creencia teosófica tántrica tiene importancia un libro muy detallado, escrito por el británico Arthur Avalon, titulado The serpent power (El poder de la serpiente, en español),3 que dice ser la traducción de dos textos sánscritos desconocidos: el Sat-chakrá-nirupana (‘apariencia de los seis chakras’) y el Padaka-panchaka. Woodroffe nunca presentó pruebas de la existencia de esos textos en sánscrito.

A fines del siglo XIX, Woodroffe ―pese a sus posturas preternaturalistas― suponía que los chakrás se correspondían en gran medida con los plexos nerviosos. Otros han supuesto una relación con algunas glándulas endocrinas, por lo que atribuyen a la ejercitación de los chakrás la generación de algunas hormonas.

Muchos creen en la existencia real (aunque «espiritual») de estos elementos. Mircea Eliade (1907-1986) le llama «fisiología sutil». Otros opinan que los chakrás son meras alegorías para practicar una especie de autohipnosis yóguica, a fin de lograr el samadhi (la ‘absorción completa’, conocido también como «enstasis», según Eliade, o «isolación», según Oursel.

Localización de los siete chakram en el cuerpo humano, según la teosofía. (En el hinduismo aún no se conocía el séptimo chakra, de la coronilla).

Estas ideas fueron desarrolladas por el esoterista C. W. Leadbeater en su libro Los chakras, que se refiere a sus propias reflexiones acerca del tema. Después, muchos escritores contemporáneos han escrito su opinión acerca de los chakrás con grandes detalles (que generan una impresión de verosimilitud), incluyendo su apariencia y sus variadas funciones.

Los chakras se encuentran en los cuerpos sutiles del ser humano, llamados kama-rupa (‘forma del deseo’) o linga sharira (‘cuerpo simbólico’).

En la India se creía que el aire aspirado (prana) recorría el cuerpo, dándole fuerza. La función de los chakras era la de recibir, acumular y distribuir esos aires. En Occidente no se considera que el prana sea aire sino una forma de energía invisible e inmensurable.

Los chakras se describen[cita requerida] alineados desde la base de la columna vertebral, o, más exactamente en un nadi central a lo largo del raquis y hasta la mollera o vértex, llamada abadhuti. En el chakra muladhara (en el ano) yacería dormida la serpiente Kundalini (invisible e inmensurable).

El propósito del yoga tántrico es elevar esta serpiente invisible a través del canal central pasando por los chakras, hasta lograr que se una con Brahman (el dios abstracto) en el chakra superior.

Los chakras son parte de una «doctrina emanacionista», como la cábala en Occidente.


No seis, sino siete chakras

En el marco de la teosofía (creencia esotérica occidental contemporánea) se considera que los chakras no son seis sino siete, siendo el séptimo el sajasra-ara (‘mil-rayos [de una rueda]’), con la forma de una flor de loto invertida, que se encuentra en la cabeza. Este, por ser el último, se considera a veces el más importante o a veces el menos importante.

Descripción de los chakras en la teosofía

A cada chakra se le asignaría un color; son visualizados como flores de loto con distinta cantidad de pétalos en cada chakra. Cada uno de estos centros se asemejaría a una flor abierta y poseería ciertos colores.. Asignar los siete colores de la luz visible a los siete chakras, y en el mismo orden en el que aparecen en el espectro (rojo para el primer chakra, naranja para el segundo, amarillo para el tercero, etc.) es una mera conjetura occidental que no tiene base alguna en la tradición yóguica o tántrica, ni en la experiencia que mencionan los yoguis, ni en las representaciones pictóricas tradicionales de Oriente.



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