La meditación es una práctica
milenaria que, de manera tradicional, se ha asociado a una sensación de
relajación física y tranquilidad. Durante mucho tiempo, sus efectos
beneficiosos se consideraron relacionados con aspectos místicos. Sin embargo,
la investigación científica empieza a mostrar de forma más profunda los
beneficios cognitivos y psicológicos que la meditación provoca en el cerebro.
La meditación interesa a los neurocientíficos. Un nuevo estudio realizado por
científicos de la universidad de Yale, en EE.UU., muestra cómo esta práctica es
capaz de modificar el uso de determinadas áreas del cerebro. Mediante imágenes
obtenidas por resonancia
magnética, se detectó una disminución de la actividad
cerebral en la llamada Red Neural por Defecto (DMN) de los cerebros de los
expertos en meditación que participaron en el estudio.
Modelar el cerebro con meditación
La Red Neural por Defecto es un área cuya función
principal es controlar las acciones del ser humano cuando el resto del cerebro
está distraído, sin concentrarse en nada concreto. Se calcula que cerca del 50%
del tiempo que se está despierto, en realidad, el cerebro está en este estado
de "distracción" y es en estos momentos cuando la DMN está más
activa. Sería el equivalente a un piloto automático. Alteraciones patológicas
en la DMN están asociadas con el déficit de atención, la ansiedad
y la hiperactividad.
El estudio se realizó gracias a la participación
de expertos en meditación y meditadores principiantes. Esto permitió revelar
que los partícipes más versados, además de disminuir la actividad de la DMN,
conseguían activar otras áreas del cerebro,
en comparación con los meditadores novatos. Estas regiones están asociadas con
el automonitoreo y el control cognitivo y, en sus formas patológicas, con
enfermedades como el autismo y la esquizofrenia.
La meditación trascendental
fortalece los circuitos neurológicos que calman una parte del cerebro que actúa
como gatillo del miedo y de la ira.
Lo más curioso es que la activación de estas
nuevas áreas se observó tanto en los periodos de meditación como en los
descansos. Todo parece indicar que su práctica habitual permitiría desarrollar
una nueva red neuronal donde hay una mayor conciencia de uno mismo y del
presente y menos ensoñación. Uno de los claros efectos de la meditación es, sin
duda, el de promover la capacidad de concentración, en especial, la técnica
conocida como "mindfulness", que consiste en tomar una actitud de
atención y conciencia plena, de presencia atenta y reflexiva.
La práctica de este tipo de meditación se ha
mostrado útil en la reducción del estrés
y en la mejora de capacidades cognitivas. Así lo demuestra un
estudio efectuado por un equipo de psicólogos estadounidenses en el que
participaron 60 estudiantes. Tras solo cuatro días de práctica, se evidenciaron
mejoras significativas en sus capacidades de procesamiento visual del espacio,
su memoria de trabajo y sus funciones ejecutivas.
Meditación y neurociencias
'El monje en el laboratorio'. Este fue el título
de un artículo publicado en The New York Times, firmado por Tenzin Gyatso, el
XIV Dalai Lama. En él citaba los resultados de una peculiar colaboración entre
budismo y neurociencias. Ya se habían realizado estudios científicos sobre la
meditación, aunque no se habían constatado de forma definitiva sus efectos
sobre el cerebro. En este estudio, se revelaron algunos mecanismos que
explicarían los beneficios
de esta técnica milenaria.
En 1992, el Dalai Lama invitó a su casa en
Dharamsala (India) a Richard Davidson, psicólogo director del Laboratorio de
Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin (EE.UU.), movido por el
interés que habían despertado sus investigaciones. Tras este primer encuentro,
se desarrollaron una serie de investigaciones en las que participaron
psicólogos, neurocientíficos y un grupo de monjes tibetanos. En el estudio
participaron ocho monjes con una bagaje de hasta 50.000 horas de meditación
practicadas durante un tiempo que oscilaba entre 15 y 40 años. El grupo control
estaba constituido por 10 estudiantes sin experiencia en esta práctica, que se
entrenaron durante una semana.
A todos ellos se les monitorizó para registrar la
actividad cerebral mientras estaban en meditación. Los registros de los monjes
fueron impresionantes: destacaban unas ondas gamma de gran amplitud,
posiblemente debidas a la sincronización de la actividad de distintos grupos
neuronales durante la meditación. Este tipo de actividad cerebral se relaciona
con la capacidad de atención y el aprendizaje. La amplitud de las ondas gamma
recogidas en algunos de los monjes son las mayores de la historia registradas
en un contexto no patológico.
Una de las intenciones del estudio era investigar
los efectos de la meditación sobre las emociones,
en concreto, sobre su capacidad de potenciar las positivas. A través de esta
técnica, los budistas promueven la compasión y la bondad. Se la denomina
"meditación en la compasión". Gracias a los registros cerebrales se
ha dilucidado la base de estas emociones: se constató que los monjes con
experiencia en esta práctica muestran una gran actividad en una zona
determinada del cerebro, en la corteza prefrontal izquierda, área asociada con
la alegría y la felicidad.
MEDITACIÓN PARA LAS EMOCIONES PERJUDICIALES
Según Richard Davidson, las emociones positivas
pueden deberse a que la meditación trascendental fortalece los circuitos
neurológicos que calman una parte del cerebro que actúa como gatillo del miedo
y de la ira.
La investigación citada constató que los beneficios de estas prácticas no solo
los obtienen los monjes que meditan durante largo tiempo sino que, tras un
entrenamiento de varias semanas, también había cambios incipientes en
individuos que ejercían profesiones estresantes.
El Dalai Lama finalizaba con la observación de que "en nuestras
vidas, buena parte del padecimiento no viene dado por causas externas, sino por
acontecimientos como las emociones perturbadoras. El mejor antídoto contra
estas alteraciones es aumentar nuestra capacidad para manejar esas
emociones".
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